Los ataques de pánico son episodios repentinos de miedo intenso o ansiedad que pueden presentarse sin un desencadenante claro.
POR VBS. Redacción Revista Don Chicote
Este trastorno, también conocido como trastorno de pánico, ha ido ganando visibilidad en la medicina y psicología moderna, afectando a una parte significativa de la población mundial. Con un origen que data de décadas atrás, los ataques de pánico han sido objeto de estudio debido a su impacto en la salud mental y la calidad de vida de quienes los padecen.
Hoy nos adentraremos en conocer su origen, su sintomatología, las formas de sobrellevarlo y cómo poder ayudar a alguien que esté atravesando un episodio de ataque de pánico.
¿Qué es un Ataque de Pánico y Cuál es su Origen?
El ataque de pánico se caracteriza por una intensa ola de miedo o ansiedad que puede durar entre 10 y 30 minutos, aunque los síntomas más intensos suelen ocurrir en los primeros minutos. Durante el ataque, el cuerpo activa una respuesta de lucha o huida, incluso cuando no hay una amenaza real presente. El corazón puede latir rápidamente, la respiración se acelera, se siente una fuerte presión en el pecho y se experimenta una sensación de pérdida de control.
Históricamente, los ataques de pánico fueron malinterpretados y subdiagnosticados. No fue hasta mediados del siglo XX que el trastorno de pánico comenzó a ser reconocido y tratado adecuadamente por la psiquiatría. En la década de los ´60, el psiquiatra estadounidense Donald Klein fue uno de los pioneros en identificar el trastorno de pánico como una entidad clínica separada de otras formas de ansiedad. Sin embargo, los ataques de pánico fueron oficialmente reconocidos como una condición diagnóstica en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III) en el año 1980.
¿Quiénes Sufren Ataques de Pánico?
Aunque los ataques de pánico pueden afectar a cualquier persona en algún momento de su vida, estudios indican que entre el 2% y el 3% de la población mundial sufre de trastorno de pánico en algún momento. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mujeres son más propensas a experimentar ataques de pánico en comparación con los hombres, con una relación de 2 a 1. Esto significa que por cada dos mujeres que sufren ataques de pánico, solo un hombre se ve afectado.
El trastorno de pánico suele aparecer en la adolescencia tardía o la edad adulta temprana, aunque también se han registrado casos en niños y personas mayores. Factores como el estrés, traumas pasados, antecedentes familiares de ansiedad, y desequilibrios químicos en el cerebro pueden aumentar la susceptibilidad a padecer ataques de pánico.
Síntomas de un Ataque de Pánico
Los síntomas físicos y psicológicos de un ataque de pánico son intensos y, en muchos casos, los afectados creen que están sufriendo un ataque cardíaco o que están a punto de morir. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
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Palpitaciones o taquicardia.
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Dificultad para respirar o sensación de asfixia.
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Dolor o presión en el pecho.
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Mareos o sensación de desmayo.
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Sudoración excesiva.
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Escalofríos o sofocos.
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Temblores o sacudidas.
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Náuseas o malestar abdominal.
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Sensación de irrealidad (desrealización).
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Miedo a perder el control o volverse loco.
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Miedo a morir.
Estos síntomas pueden aparecer de manera repentina y, aunque no son físicamente peligrosos, el malestar es tan severo que interfiere en las actividades cotidianas de quienes los experimentan.
Estadísticas y Género
En términos generales, las mujeres tienen más probabilidades de experimentar ataques de pánico que los hombres. Según datos de la American Psychological Association, 1 de cada 75 personas experimentará al menos un ataque de pánico en su vida, y aproximadamente el 50% de quienes sufren de trastorno de pánico desarrollan algún grado de agorafobia, un miedo irracional a estar en lugares o situaciones de las que sea difícil escapar.
En España, se estima que alrededor del 3% de la población experimenta ataques de pánico en algún momento, siendo las mujeres jóvenes entre los 18 y 35 años el grupo más afectado.
Cómo Actúa la Mente Frente a un Ataque de Pánico
El cerebro humano está diseñado para protegernos del peligro, y en un ataque de pánico, el sistema nervioso simpático se activa como respuesta a una amenaza percibida, incluso si esta no es real. Esta respuesta hace que el cuerpo libere un gran torrente de adrenalina, lo que provoca los síntomas físicos del ataque.
Durante un ataque de pánico, la mente interpreta las señales corporales como signos de peligro inminente, lo que intensifica el miedo y puede llevar a una espiral de ansiedad. Este ciclo de retroalimentación entre la mente y el cuerpo es lo que hace que los ataques de pánico sean tan debilitantes para quienes los padecen.
Cómo Ayudarse Durante un Ataque de Pánico
Existen diversas técnicas que pueden ayudar a una persona a sobrellevar un ataque de pánico:
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Respiración profunda: Controlar la respiración es clave. Tomar respiraciones profundas y lentas puede calmar el sistema nervioso y ayudar a reducir los síntomas.
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Reconocer el ataque: Entender que se está teniendo un ataque de pánico y que no es algo mortal puede ayudar a reducir el miedo asociado.
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Desviar la atención: Enfocarse en un objeto cercano, contar números hacia atrás, o repetir una frase tranquilizadora puede ayudar a la mente a alejarse de los pensamientos de miedo.
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Técnicas de relajación: Practicar yoga, meditación, o mindfulness regularmente puede ayudar a reducir la frecuencia y la intensidad de los ataques de pánico.
Cómo Ayudar a Alguien que Está Sufriendo un Ataque de Pánico
Si te encuentras con alguien que está teniendo un ataque de pánico, es fundamental actuar con calma y brindar apoyo emocional.
Algunas acciones útiles incluyen:
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Mantener la calma: Hablar de manera suave y reconfortante.
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Guiar la respiración: Ayudar a la persona a respirar profundamente, contando lentamente para que siga el ritmo.
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No minimizar el miedo: Evita decir frases como «No pasa nada» o «Todo está bien», ya que para la persona que lo está viviendo, la experiencia es aterradora.
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Ofrecer compañía: Permanecer con la persona hasta que el ataque haya pasado por completo.