Marta Robles inmersa en su próxima novela nos concede esta interesante entrevista para los lectores de Don Chicote
Fernando Riaza. Redacción Don Chicote
DON CHICOTE: ¿Cómo ha evolucionado tu enfoque en el periodismo desde que comenzaste hasta ahora?
MARTA ROBLES: Lo más llamativo de todo es que ahora hay internet y redes y antes no. Eso ha cambiado nuestras vidas y, como no podía ser de otro modo, también el periodismo. Tiene aspectos fantásticos.
Se puede conseguir información con mucha mayor rapidez, hacer llegar las colaboraciones a cualquier parte del mundo en tiempo real, editar los propios textos en las páginas de las publicaciones, como también los propios audios y videos y hacerlos llegar listos a los medios. Hay mucha más facilidad para trabajar.
El problema es que eso también ha llevado a que haya mucho intrusismo en la profesión, a que se considere información todo lo que aparece en internet o en las redes, a que no se contraste como se debe y a que los bulos (que siempre han existido y que donde más se dan es en los regímenes autoritarios), se expandan más y a más velocidad. Además, estamos en un momento de descrédito de la profesión. Y tiene su razón de ser, porque desde hace mucho los medios de comunicación pertenecen no a periodistas sino a empresarios que, además de una línea editorial, persiguen un rendimiento económico en primer lugar, y que casi obligan a los periodistas a imbricarse en la política de tal modo, que la sociedad deja de creer en esa búsqueda de la objetividad que debe existir en la información.
Y aún hay un problema más: con esa consideración del periodismo y ese creer que la información de las redes es igual de fidedigna y de la misma calidad que la que ofrecen los medios, la sociedad no quiere pagar por ella. Eso hace que el trabajo de los periodistas se remunere cada vez peor, que se les exija que busquen lectores a golpe de click con titulares amarillistas, que no se les deje tiempo para contrastar… En definitiva, creo que, cuando todo se ordene, las ventajas de la tecnología proporcionarán un servicio extraordinario pero, además, la consideración social del periodismo será de nuevo la que tiene que ser, los periodistas podrán realizar su trabajo en los medios, los medios pagarán mejor y, con un poco de suerte, no exigirán a sus profesionales que se pongan la camiseta de su ideología.
Foto: Gonzalo Pérez Mata
DC: ¿Cuáles fueron los mayores desafíos a los que te enfrentaste en el comienzo de tu carrera?
MR: Creo que el primero fue entrevistar a una mujer maltratada en un tiempo en el que no existía la ley de violencia de género, que me dejó tan destrozada que al llegar a mi casa, llorando, dije que no sabía si iba a poder ser periodista… Ahí empezó mi concienciación. Y bueno, estando en prácticas en la revista Tiempo, que era la más importante de su categoría en la época, publique dos reportajes que fueron portada. Uno fue “Las novias del príncipe” y otro “La publicidad encubierta en televisión”. Atreverme con dos temas tan gordos en prácticas fue todo un reto. Y luego, por entonces todo eran desafíos, porque enseguida hice una prueba para televisión para Canal 10 (en la que me seleccionaron) y me fui a trabajar a Londres y más tarde, a mi vuelta, me atreví con castings televisivos variados, de los que por suerte salí airosa o con un programa de cuatro horas en la madrugada de la Ser, preludio de los muchos programas que haría en la casa y de mis tantas horas de radio en otras emisoras… Y en 1990 acepté el encargo de escribir mi primer libro. “El mundo en mis manos”. Ni más ni menos que la biografía de Pedro J. Ramírez, que por entonces acababa de crear El mundo…
DC: Como periodista y siendo un referente en la industria, ¿Cómo ves el papel de los medios de comunicación en la sociedad actual, especialmente en tiempos de desinformación?
MR: Yo lo veo igual que siempre. Creo que el periodismo tiene la obligación de informar verazmente y tan objetivamente como sea posible (la objetividad completa no existe) y debe separar por completo la información de la opinión, para que la sociedad no se confunda. Los periodistas tenemos que conservar la voluntad de traducir el mundo, de enseñarle lo que pasa al resto de personas que se dedican a otras actividades tan necesarias como la nuestra. Con este espíritu no conseguiremos que el mundo sea más justo, pero sí, posiblemente, un poco menos injusto. En estos tiempos de desinformación es cuando más responsabilidad tenemos: la de encauzar la información, la de convencer a la sociedad de que somos necesarios porque, más allá de ideologías, estamos al servicio de la verdad y dispuestos a mostrar incluso lo que tantos poderosos (entre ellos los políticos) pretenden ocultar. Solo sabiendo como se las gastan, la sociedad puede combatirlos.
Foto: Carolina Roca
DC: ¿Qué te llevó a cambiar en tu carrera profesional y pasarte del periodismo en sentido estricto a la literatura?
MR: Yo siempre quise ser escritora. Y siempre me he sentido más escritora que periodista. De hecho, me hice periodista porque mi primer novio me convenció de que era una buena comunicadora, pero yo lo que quería era estudiar filosofía y escribir. Sobre todo, escribir. Y siempre lo he hecho. Tanto es así que durante mi adolescencia me presenté (e incluso gane) distintos concursos literarios y escribí mi primera novela con 16 años (por suerte, no llegué a publicarla porque era muy mala) Quiero decir que no es que primero empezara como periodista y un buen día decidiera dedicarme a la literatura, sino que siempre quise ser escritora y llegué al periodismo casi por casualidad. Aunque también es verdad desde que comencé la carrera se me metió el veneno de la profesión en las venas y supe que aunque un día solo me dedicara a la literatura, nunca dejaría de ser periodista. Pero siempre he compatibilizado periodismo y literatura. MI primer libro se publicó en el año 91 y desde entonces hasta ahora he publicado dieciocho más, entre biografías, relatos, ensayos y novelas…
DC: ¿Tienes algún proceso creativo o rutina diaria cuando estás trabajando en un proyecto literario? ¿Alguna recomendación para esos escritores noveles?
MR: Desde luego. La disciplina es absolutamente indispensable para un escritor. Siempre cuento que cuando estoy escribiendo un libro necesito dedicarle seis horas seguidas al día. A veces por la mañana, a veces por la tarde y a veces, por la noche, dependiendo del resto de mis obligaciones laborales y familiares…, pero siempre seis horas al día. La inspiración, si existe, que me encuentre trabajando, como dijo Picasso. Y luego hay otra cosa que hago. Yo no soy un escritor de mapa, de esos que lo saben todo del libro que van a escribir de principio a fin, ni tampoco de brújula, de los que empiezan con una ideíta y desde ahí van buscando el rumbo. Soy un híbrido. Antes de empezar sé lo que quiero contar, de donde parto y a dónde quiero llegar y a partir de ahí, tiro puentes, como recomendaba Borges; pero, además, sobre la marcha, como escucho mucho a la calle y soy una ladrona de conversaciones ajenas, parte de lo que vivo o miro, escucho, huelo o toco puede acabar en mi novela. Y hay otra cosa que hago y que sorprende mucho y es dedicar mucho tiempo a pensar en la novela antes de empezar a escribirla. Hasta que ocupa mi cabeza por completo y pugna por salir no me pongo a darle a la tecla.
Foto: Jorge Pintado.
DC: Después de tantos libros escritos, ¿Cuál es tu mayor reto como escritora?
MR: Cada página de cada libro es un reto. Más bien cada renglón, cada adjetivo… Escribir es el reto de contar bien, de sentir que las palabras fluyen y tienen música incluso en el relato más oscuro. Hay que partir de una buena historia, pero si no se relata de una manera personal y es capaz de conmover se queda en una simple redacción.
DC: ¿Hay algún autor, periodista o figura pública que te haya influenciado de alguna manera en tu trabajo?
MR: Entre los periodistas amigos hay dos que siempre destaco. Por una parte Nativel Preciado, mi amiga, mi hermana, además de una mujer extraordinaria, inteligente y divertida y una periodista excepcional. Me “adoptó” cuando llegué a la redacción de la revista tiempo, casi sin atreverme a levantar la cabeza y ella ya era una periodista reconocidísima. Luego, la vida nos ha facilitado muchas cosas, vivir y soñar juntas, compartir mesas redondas y entrevistarnos la una a la otra. Es mi referente como periodista y como ser humano.
También Iñaki Gabilondo, a quien veía cuando me terminaba mi programa de madrugada en la Ser, Si amanece nos vamos y él llegaba antes que todo su equipo y tenía la generosidad de conversar conmigo… Recuerdo aquellas charlas como lecciones de periodismo y de vida.
Hay más. Por ejemplo, Manuel Vicent, cuyas columnas son novelas cortas, relatos indispensables para ver, oír, oler, escuchar y en definitiva vivir y cuyo sentido del humor, fino e inconmensurable admiro por encima de todo…Pero también las personas que han estado junto a mí en los equipos, empezando por Joseba Gastesi, que ahora trabaja en Ahora Sonsoles, pero con quien he compartido media vida… Y cámaras, técnicos de sonido… Toda la gente que parece invisible y es imprescindible y cuyos parlamentos también suponen una lección de vida.
En cuanto a mis referentes literarios van cambiando dependiendo del momento de mi vida, pero siempre están ahí García Márquez, Dovstoieski, Patricia Higsmith, Raymond Chandler y Borges, siempre Borges y también Neruda.
Foto: Carolina Roca
DC: ¿Qué consejo le darías a los jóvenes que desean seguir una carrera en el periodismo y la escritura?
MR: El primero, que no todos los periodistas son escritores ni todos los escritores periodistas. Que el periodismo tiene su técnica y sus reglas y la literatura también. Que ahora parece que todo anda mezclado y todo cabe, pero no, son cosas diferentes y más vale hacer una bien que dos mal. Y la otra y fundamental para ambos que escuchen y lean. Sin escuchar y leer se vive con menor intensidad y se entiende el mundo mucho peor. Para ser empático hay que escuchar y leer. Y, ya puestos, también viajar, que es otra forma de leer el mundo.
DC: ¿Qué proyectos futuros tienes en mente, tanto en el ámbito del periodismo como en el de la literatura? Cuéntanos…
MR: Mi vida en el periodismo ahora se restringe a mis colaboraciones. Hace mucho que dejé de dirigir y presentar programas en radio y televisión y sería difícil que aceptarla hacerlo de nuevo. Colaboro en Espejo Público, en Antena 3 con Susanna Griso, a la que adoro (es mi Little sister), también con mi querida Lourdes Maldonado en el programa de las tardes de RNE, que hace una radio honesta, tranquila y muy personal, que me gusta muchísimo, y luego escribo la contra de los sábados en La Razón, además de una crónica/resumen de la semana, los domingos y una entrevista de nutrición en el suplemento de salud. Y, además, colaboro regularmente con columnas de opinión en Archiletras y en Classpaper.
En cuanto a la literatura, es mi vida entera y siempre estoy escribiendo. Ahora mismo, una nueva novela del detective Roures, el protagonista de mi saga de novela negra, en la que me estoy dejando la vida, porque es una historia dura, comprometida y arriesgada. Saldrá a la calle en septiembre, cuando también se reeditará Luisa y los espejos, la novela con la que gané el premio Fernando Lara de novela en 2013.
Foto: Carolina Roca
DC: Para ir terminando, ¿Qué te parece nuestro magazine Don Chicote? ¿Qué esperas encontrar en él?
MR: Es una revista de estilo de vida muy completa. Tiene un poco de todo, como deben ocurrir en las revistas de estilo de vida. Así que espero encontrar buenos reportajes que den satisfacción a los cinco sentidos.
DC: Algún mensaje que quieras transmitir a los lectores de Don Chicote.
MR: Que no olviden que el espíritu de Don Chicote es el que sostiene todas las secciones de esta revista, en un viaje inolvidable por Madrid. Madrid no sería la misma ciudad sin Chicote y todas sus anécdotas vividas por él y en el local que lleva su nombre (incluidas las mías), así que es muy de agradecer que haya una revista que, con su sello, descubra aspectos de la ciudad que, de otro modo, a muchos les resultarían invisibles.