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Asesinos de la Luna dirigida por Scorsese suena como candidata a los Oscar.

POR OSCAR COSTA.


Ir al cine siempre es un placer, y al sentarme en la butaca recuerdo a Ana Torroja cantando aquello de “las primeras escenas de aproximación, consiguen que te metas en la situación” y si la cinta que vas a ver tiene la firma de Scorsese, esto llega a otro nivel. De esta forma nos aproximamos a “Los asesinos de la luna” con un reparto al que pocos directores nos tienen acostumbrados y que está encabezado por Robert de Niro y Leonardo DiCaprio.
De antemano, hay que dejar claro que se trata de una película larga (3 horas y media aproximadamente), en la que vemos como un Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), evoluciona a lo largo de toda la película, mientras que el rol de villano, corresponde a su tío William Hale (Robert de Niro). Si a estas alturas alguien está preocupado porque pueda hacer un spoiler, que se relaje que no van por ahí los tiros.
Bien, esta película nos narra una historia recurrente en la filmografía estadounidense: como el “hombre blanco” se ha aprovechado de las comunidades nativas americanas. En esta ocasión, Scorsese nos narra la historia del pueblo Osage, que cuando lo daban todo por perdido y de forma accidental, encontraron un pozo petrolífero que les cambió radicalmente la vida. Transportándonos a la época de “entreguerras”, donde Leonardo DiCaprio interpreta a un militar retirado que acude a casa de su tío (Robert de Niro), en busca de trabajo. La codicia de De Niro arrasa con todo y con todos a su alrededor y DiCaprio (que en la película no es ningún santo), no se queda atrás.
En cuanto a mi opinión sobre la cinta, si buscas el dinamismo de Uno de los nuestros (1990), Casino (1995) o El lobo de Wall Street (2013), mejor es que te lo pienses dos veces antes de ir a verla, ya que incluso da la sensación de que hubiese encajado media hora más de cinta. Pero recordemos que estamos hablando de un reparto y una dirección que se escapa de lo habitual, con una fotografía muy cuidada y un guion cuanto menos interesante que nos recuerda hasta donde puede llegar la ambición humana. Debemos reconocer que una vez más Scorsese muestra porque es uno de los directores con más reconocimiento con esta película que no deja indiferente a nadie.
Cabe destacar la representación de la sociedad del momento que el director hace, mostrándonos como los nativos americanos necesitaban de un tutor legal para sus asuntos financieros y del papel que el Ku Kus Klan, desempeñaba en la América de los años 20 y 30 exhibiéndose abiertamente de forma pública con total impunidad.
No podría terminar esta crónica sobre la película sin destacar el papel de Lily Gladstone quien interpreta a Mollie Burkhart (esposa de Ernest), una nativa americana que le hace reencontrarse con sus raíces ya que Lily desciende de las tribus de los Pies negros y de los Nez percé. Pues bien, Mollie cumple perfectamente el papel de víctima resignada incapaz de ver la realidad hasta que no le estalla en la cara. Como dato curioso, diré que Gladstone estaba a punto de tirar la toalla con el séptimo arte cuando surgió la oportunidad de rodar con Scorsese, ya que estaba considerando comenzar una formación como analista de datos. Por suerte, se mantuvo en el mundo del cine y con un futuro prometedor ya que su nombre resuena de cara a los Oscar.
Solo me queda por decir que estamos ante una película completamente embriagadora, que a buen seguro sonará de cara a los Oscar junto con Openhaimer  (de Cristopher Nolan) y Napoleón (Ridley Scott) y de la que os hablaremos en breve.

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